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MARK OBERLECHNER

Aprender a volar

#ATHLETESTORY

Paso 1: Probar a desplegar el parapente
La ilusión por volar, o sea, por utilizar el parapente, era enorme. En cuanto lo tuve, me fui prácticamente corriendo a una pradera. Despliegue, anclaje e inflado, o lo que fuera.

La primera vez, sin videotutorial, después, mejor con él... Los primeros intentos fueron más bien modestos, pero, con paciencia, el parapente empezó a volar.

Yo pensaba: ¿cómo se vuela con esto? Primero vi un vídeo e intenté imitarlo en pendiente; pude hacerlo. Inflé el parapente de espaldas e incluso me elevé un poco y volé unos 60-70 metros. Noté cómo me subía la adrenalina, frené profundamente y terminé mi primer «vuelo».

Paso 2: Mejor probar en una escuela
Por suerte, tengo cerca una escuela de vuelo, así que decidí empezar a primera hora del día. Después de algunos ejercicios en una pequeña pendiente la escuela ya había pasado: en vez de aprovechar el buen tiempo para escalar, lo empleaba en volar.

Era bastante extraño, pero sabía que si no invertía tiempo entonces, no aprendería nunca.

Paso 3: Primer gran ascenso
Por fin llegó el primer vuelo. Hacía mucho tiempo que no estaba tan ilusionado por algo. Como principiante total, ahí estaba, a 500 m de Campo Tures, preguntándome: ¿cómo será esto?

Un poco más tarde, escucho la voz del monitor: «¡Puedes empezar!». Sin dudar mucho y con la adrenalina a tope empecé y, bien mandado, obedecí la orden por radio. Con una enorme sonrisa volé suavemente y aterricé seguro en Campo Tures.

Feliz y contento, solo podía pensar: «¡Otra vez!». Y así es como hice mis primeros cinco vuelos en un día.

Paso 4: Practicar, practicar y practicar
Asistía habitualmente a la escuela de vuelo e intentaba como podía dejarme libres algunos días de trabajo como guía de montaña. Incluso la escalada se quedó un poco en segundo plano... Pero así tenía que ser, me decía.

Entre vuelo y vuelo iba mejorando, y pronto pude acostumbrarme a mi propio parapente. Es un poco más pequeño que aquellos con los que empecé a volar.

Así, empecé a acumular vuelos y a hacerme algo adicto a todo esto. En realidad, no me daba pena volar en vez de escalar, que era lo que solía pasarme hasta ese momento.

Paso 5: Primer vuelo solo
Llegó un momento en el que me asaltaron las dudas: ¿podré hacerlo solo? ¿sin monitor y sin radio? Tenía que intentarlo. Es verdad que fue una experiencia totalmente diferente. Aunque el lugar de salida y de llegada fueran los mismos a los que estaba acostumbrado, la sensación era distinta.

Por suerte, todo salió según lo planeado y el aterrizaje fue seguro.

Paso 6: Primer vuelo desde un punto de partida desconocido
Quería a toda costa despegar y aterrizar desde detrás de mi casa. ¿Hay algo más bonito que volar una mañana hasta casa?

Decidido, inflé el parapente y me di cuenta de que, sin viento, hay que correr bastante rápido. Bajé corriendo la pendiente empinada y pasé justo por encima de la valla de la dehesa. Una vez seguro en el aire, no pude reprimir el grito de alegría. Aterricé con total seguridad cerca de mi casa, superfeliz.

Paso 7: Aprender de los errores
Esta vez volaría por la tarde. Había quedado con Simon para volar juntos, así que llegué un poco antes y pensé: «Voy a hacer una ronda».

Lo que no había tenido en cuenta era que el viento a favor era demasiado fuerte para mí, así que el protector merecía la pena.

Ese día no lo volví a intentar.
Moraleja: nunca empieces con el viento a favor.

Escuela, escuela y más escuela
De vuelta en la escuela, practiqué mis maniobras de vuelo e intenté mejorar continuamente el manejo, además del wingover, el balanceo y el aterrizaje. También hice algunos vuelos con térmica. Por lo general, intentaba inflar el parapente de espaldas, y solía salir bien...

He de decir que me motivaba un montón aprender algo desde cero. Como en muchas disciplinas, se consiguen resultados pronto y cada vez estás más a gusto en el aire.

A la vez, tengo un gran respeto por este deporte. Es realmente exigente y fascinante a la vez y, para llegar a una rutina, hacen falta muchas muchas horas.

Por desgracia, ahora estoy lesionado y no puedo ni escalar ni volar. Así que cada vez estoy más motivado y espero poder volver pronto tanto a las rocas como al aire.

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