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Tatiana Bertera

Get Vertical: emoción por encima de los 3.000 metros

#SALEWAGETVERTICAL

Obergurgl es una ciudad de nombre literalmente impronunciable. Especialmente si eres italiana, no sabes alemán y no se te da bien pronunciar las erres. Lo repites en la cabeza y luego en voz alta, pero es imposible. No te sale. Lo metes en el navegador y por fin lo ubicas en el mapa. Austria, el Tirol, Ötztal. Obergurgl está justo ahí. La oportunidad perfecta para visitar esta preciosa localidad y sus montañas, que superan en muchos casos los tres mil metros de altura, me la ofrece el concurso Get Vertical organizado por Salewa.

Cuatro días entre montañas y valles de una belleza que quita el aliento, con campo base en el refugio de Langtalereckhütte (a 2.450 metros), para saborear una tierra de nieve y hielo lista para ser explorada. El equipo de Salewa nos ayuda a vivirla al máximo, sin olvidar en ningún momento la importancia de la seguridad (el dispositivo ARVA tiene que ir con nosotros en cuanto ponemos un pie fuera del refugio), pero con la pizca justa de espíritu aventurero. Somos unos veinte, incluidos los organizadores y los guías alpinos, y de ellos cinco son italianos, además de la que escribe: Vicky, Caterina, Giacomo, Jacopo y Matteo. Cada uno con su vida, historia, edad y personalidad completamente distintas. Lo que tenemos en común es el amor por la montaña, algo que une con una fuerza especial.

La elección de Langtalereckhütte como base fija desde el jueves por la tarde resulta estratégicamente perfecta porque permite alcanzar sin demasiado esfuerzo cumbres de más de 3.000 metros cada día. La primera salida comienza el viernes por la mañana bajo una densa cortina de aguanieve, pero acaba con sol y un perfecto cielo azul bajo el que alcanzamos los 3.472 metros de la cima del Hinterer Seelenkogel. Llamado Cima delle Anime en italiano, es un pico espectacular en la frontera entre Italia y Austria. Diecisiete kilómetros para subir unos mil metros, con un último tramo a pie, hasta tocar la preciosa cruz de madera. La bajada es un verdadero placer, entre extensiones de nieve en polvo y canales bastante exigentes, siempre precedidos de los guías que valoran en todo momento la seguridad y nos indican la dirección correcta.

Después de más de una hora de bajada, volvemos a ponernos las pieles y llegamos a nuestra casa-refugio. Pero esta noche no dormiremos en nuestras cómodas habitaciones, sino bajo las estrellas. Una ducha rápida y a montar las tiendas que ofrece la organización. Yo ya he pasado noches de invierno en tiendas de campaña, pero para otros es la primera vez. El miedo al frío se olvida con rapidez gracias a los cálidos sacos de pelo y las tiendas de altitud. La noche pasa volando y a las 5 de la mañana ya estamos desmontando el campo base. Volvemos al refugio, donde nos espera un copioso desayuno antes de ponernos de nuevo en marcha.

El objetivo del tercer día, un sábado marcado por la niebla, es el Gurger Ferner. Una amplia zona de hielo prácticamente plana, de aires siberianos. Es la viva imagen de ese Norte inhóspito y helado que hay en nuestra imaginación, con cumbres rocosas y solitarias que salen de la nada para hacerte sentir insignificante. Al final de la jornada, entre risas y bromas, acumulamos otros 1.200 metros de desnivel positivo. Los últimos dos días se nos une el alpinista Simon Gietl para compartir con nosotros esta aventura, después de sus últimas hazañas de este invierno con el piolet. El último día, después de conversar un rato, nos echamos el imprescindible selfi.

Nuestros guías parecen no conocer el cansancio y también la cuarta jornada viene cargada de aventuras. Una gran subida hasta los 3.230 metros, seguida de una emocionante bajada por nieve fresca (gracias a la abundante nevada de la noche anterior) atravesando incluso una pequeña ferrata. Llegamos entusiasmados al refugio, donde nos espera la última comida antes del inevitable regreso a casa. ¡Estos cuatro días han pasado volando! Tan divertidos, emocionantes y bien organizados que da mucha pena irse. Pero estas cuatro jornadas de esquí de montaña nos han recargado las pilas y volvemos llenos de entusiasmo. Nos despedimos con la idea de volver a vernos, puede que en verano, en los Dolomitas, quizá para escalar. Para repetir la experiencia compartida en la montaña. Para no perder ese sutil vínculo que nos une a partir de ahora. Gracias de todo corazón, chicos. ¡Y gracias #salewagetvertical!

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