Winter Soul Days

¿Qué es el alma de las cosas? ¿Dónde se encuentra? ¿Qué incita a las personas a viajar, a buscar, a vivir ciertas experiencias, a compartirlas con otros hasta el punto de emocionarse, a explorar no solo el exterior, sino también el lado más íntimo relacionado con el conocimiento que tenemos de nosotros mismos, de lo que nos (con)mueve? ¿Es posible aún encontrar valores compartidos y capaces de ser compartidos dentro del mundo de la montaña? ¿Es posible apreciarlos aunque estemos en un terreno nuevo y en una cultura profunda y diversa como la de los Dolomitas? ¿Se puede uno llevar esos valores y reconocerlos aunque vengamos de lugares muy distintos? Son preguntas que en muchos casos no tienen una respuesta precisa o cuya respuesta no es tan importante como el mero hecho de hacerse la pregunta.

Días del alma
Los «días del alma» nos cuentan la historia de cuatro amigos en un viaje desde cuatro países distintos hasta las cimas de Val Badia en los Dolomitas, Tirol del Sur, que alcanzarán con medios de transporte de bajo impacto medioambiental, como la bici, el tren y el autobús. Yannick Boissenot, un free-rider francés que forma parte del Salewa People Team, Maria Zlotecka, esquiadora alpina de origen polaco, Nina Gigele, emprendedora y esquiadora austriaca, y Michael Mair, instructor de esquí y free-rider y el lugareño del grupo, son los protagonistas de una historia que trata de descubrir, compartir e investigar los valores y las costumbres culturales que caracterizan a la zona de los Dolomitas. Donde se hablan cuatro variantes de ladino distintas, donde la vida aún se puede vivir de manera lenta en caseríos y haciendas y donde los sabores de la tradición se combinan con los toques de modernidad que aportan los chefs internacionales y que se han filtrado en los gustos locales, con ingredientes frescos y modernos. Una cultura híbrida elaborada con modernidad y tradición, tecnología y naturaleza al mismo tiempo.

Momentos únicos
El corazón del viaje se basa en compartir momentos únicos, que se fijan en el tiempo entre la polvareda de una curva, una buena subida con Manuel, el guía local que conoce cada rincón de su valle, y la vida rural de la hacienda Luch Coltz, donde los cuatro esquiadores convivirán con vacas, caballos y gallinas. Luego están las vías más atractivas del Sur del Tirol, las que requieren miradas atentas y esquiadores capaces de notar cada tonalidad de la nieve y que a veces asustan pero que, con la línea justa, despiertan el alma. Al subirlas, el aliento se nos escapa, el frío aprieta y las formas no están del todo claras. Sobre el casco cae alguna que otra gota, de hielo. Los esquís inciden sobre la capa de nieve con un maravilloso crujido. A cada paso surgen nuevas sensaciones y recuerdos.

Exploración y descubrimiento
El esquí alpino se basa en la exploración y el descubrimiento. Llegar a una vía que cada vez tiene una forma distinta, una nueva consistencia. Mirar la montaña desde ángulos distintos, desde los bordes de los esquís, que a veces guían y otras se hacen guiar. Se trata de vivir los contrastes de los elementos, el suave polvo y el viento en el rostro, la nieve helada y las rocas que acarician los crampones. De vivir más dimensiones juntos, la solitaria que escucha los latidos y la respiración, y la compartida, con sonrisas y cordadas.