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Encordamiento en corto

#ATHLETESTORY

Érase una vez un joven que quería probar algo, perseguir el sueño que en su día fue el de su padre. Una hazaña que sería imposible sin el compañero perfecto; un logro que no demostraría ni cambiaría nada, más allá del propio placer de intentarlo.

Prueba a pasar un par de días en Valtournenche. Cada mañana, desde la cama, puedes ver el sol alzarse sobre estas impresionantes montañas. Si te fijas bien, desde la estación Plateau Rosà, se observa una cresta continua de afiladas y escarpadas cumbres que conecta algunos de los principales macizos montañosos de Valtournenche: el Cervino, las Grandes Murailles y las Petites Murailles. Está formada por un total de 20 cumbres: la más alta es la del Cervino, con 4478 metros; la más baja es la del Mont Blanc du Créton, con 3406 metros.

Cumbres que en invierno, cubiertas por un amplio manto de nieve, son el culmen de la elegancia y la majestuosidad. Fíjate en la cresta que forman, esa línea que perfila el horizonte. No podrás resistirte a su llamada.

El sueño de François, que nació y se crio en estas tierras, consiste en unir todas estas cumbres en la estación más fría y en el menor tiempo posible. Es una idea atrevida que surgió de su padre, Valter Cazzanelli, para quien el sueño de unirlas sigue sin hacerse realidad. Conseguir tal hazaña tendría un valor especial.

Uno de los objetivos fundamentales del alpinismo es intentar superar nuestros límites. Intentar unir un gran número de cumbres lo más rápido posible y en la época más fría del año es un reto nuevo, aunque el sueño, como tal, viene de antes.

La pregunta que hay que hacerse no es «por qué», sino «por qué no». Barajando estas ideas, François Cazzanelli sale de su casa un gélido día de invierno, se encuerda a su buen amigo Francesco Ratti y ponen rumbo a una nueva aventura.

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