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SHARON MARKT

SKIJIMI - Esquí en el Este

#SALEWAFACES

Tres mujeres (Sharon, Evelyn y Magdalena) con su equipamiento de esquí y un billete de avión hacia el Este. El asombro es evidente tanto en las caras del personal de tierra como en las de otros viajeros. Pero no vamos a detenernos en esto. Volvemos a lo desconocido; mejor dicho, a Albania y Kosovo. Sí, has leído bien. Queremos descubrir las salvajes montañas de los Balcanes.

Albania: canales vírgenes
Los autóctonos llaman a los Alpes albaneses Bjeshkët e Nemuna, que significa algo así como «montañas malditas». Pero para nosotras, este lugar es de todo menos maldito. Al contrario, poder vivir todo esto es una bendición. La majestuosidad, la extensión y la soledad del monte son toda una lección de humildad.

Empezamos en Pristina (Kosovo) y atravesamos la frontera occidental hacia Albania, en el parque nacional del valle de Valbona. Un diamante en bruto para pendientes intactas. Junto con nuestro guía italiano, Mose, estudiamos un posible canal, pero primero tenemos que superar algunos metros más con nuestros esquís de travesía. Derribamos cornisas de nieve con las palas y descendemos parcialmente en rapel por la vía. Por fin, bajamos: libertad pura por un canal nunca transitado, al que, por cierto, hemos bautizado como «rompepiernas». Si visitas el valle de Valbona, pruébalo.

Kosovo - Un viaje intransitable hacia pendientes intactas
Y nuestro viaje sigue hacia Junik. Sus calles no están hechas para estómagos sensibles. Son cada vez más intransitables y pronto tenemos que continuar nuestro trayecto en Jeep y, después, incluso en Ratrac. Es una subida hacia el monte Gjeravica, el más alto de Kosovo, a nuestro refugio a 1.750 m. Los autóctonos nos señalan continuamente huellas en la nieve y nos cuentan que este año los osos dejaron de hibernar en febrero. Las tres nos miramos, pero preferimos no preguntar nada más. Solo pensamos en el Gjeravica.

A la entrada del refugio, nos ponemos los esquís de travesía. Ni un alma en kilómetros. Si pasara algo, ¿cuánto tardaría en llegar la ayuda? No tenemos cobertura, así que tampoco podríamos llamar a nadie. Mejor no pensar en eso.
Nuestro guía Sebo y otros vecinos saben perfectamente dónde están las mejores pendientes y la nieve en polvo fresca. Hay tantas posibilidades, que no queremos parar ni por la noche. Así que nos sujetamos los esquís también cuando oscurece, con la luna llena; a esta hora, los osos deberían estar durmiendo :).

Después de siete días practicando esquí, nos marchamos de vuelta a la civilización. Como cuando viajamos la cultura nos parece muy importante, pasamos el último día en Prizren. Es una pequeña ciudad con gente amable que nos muestra el modo de vida del Este. Esta parte del mundo nos ha conquistado y no parece que vaya a dejarnos escapar fácilmente.

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