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PURA, AUTÉNTICA, INMENSA ÙNICA. LA MONTAÑA.

#SALEWAEVENTS

Ya han pasado algunos días desde la que considero, seguramente, una de las experiencias más intensas y verdaderas que he podido vivir en la montaña durante toda mi vida. El que haya seguido el evento en línea puede llegar a pensar que la Alta Via ha sido una semana normal de caminatas en montaña, pero puedo garantizar, sin ninguna duda, que es mucho más que eso. Y es que no te puedes detener en 150 km de recorrido o en los tramos con alto desnivel que casi alcanzan la altura real de la montaña más alta del mundo; aquí se va más allá de la mera apariencia. Este proyecto te toca el interior, te emociona, te pone la piel de gallina incluso después de algunos días porque, literalmente, te marca, te hace descubrir tus límites y te permite unirte en un único ser con la montaña, con la pura y verdadera montaña.

Pero no esa montaña que todos conocemos, de la que leemos y admiramos, sino una montaña repleta de pureza, autenticidad y belleza y de la que es inevitable enamorarse cada vez más y más.

Los muchos kilómetros recorridos son, a fin de cuentas, solo un rastro, una prueba de la verdadera distancia cubierta. Sin embargo, lo que verdaderamente importa es que la ALTA VIA hace que descubras, en todo su sentido, el valor del hombre, el verdadero papel de una persona en una sociedad; así, en una época como la nuestra en la que todos estamos ahogados por las emociones, por el estrés y por la tecnología, acabamos viviendo lejos del ruido de la ciudad, de los sonidos del teléfono móvil, de las locuras de la gente, totalmente inmersos en cuerpo, mente y espíritu en un cara a cara con la madre naturaleza.

El cansancio en los caminos más duros o el calor especialmente exagerado por la estación poco importan porque este proyecto lo cura todo; así, atravesando algunos de los valles más famosos de todo el arco alpino, pero siempre intentando estar lejos del turismo masivo y de la ciudad, por fin conseguimos vivir con el ritmo del sol y nuestro paso -a veces más rápido, a veces más lento en las pendientes más escarpadas- recalca lentamente el pasar del tiempo intercalado por el esplendor que los Dolomitas del Alto Adigio nos regalan.

Y así, a pesar de la acumulación diaria de kilómetros, casi no se nota el cansancio porque lo que uno se lleva de la Alta Via es una verdadera familia. Es una extraña sensación, pero es justo eso: personas que hasta hace pocos días ni siquiera se conocían, ahora están unidas por una profunda amistad, una magia en todos los sentidos que -estoy seguro- solo puede crear la montaña.

Lejos de la «civilización moderna» todo tiene otro sabor, otro valor... aquí la sencillez es la clave de la felicidad. Una antigua cabina en un refugio alpino alejado de todo recupera su uso para hablar con los seres queridos... romanticismo alpino en pura esencia. ¡Qué preciosidad! Así, un simple «¡Viva la barbacoa!» que se grita riendo entre jarras de cerveza y tras horas de caminata y de un sol abrasador se convierte en una ritual día tras día, kilómetro tras kilómetro... puede parecer algo banal, pero aquí, a más de dos mil metros de altura, es algo especial y único.

En palabras de Walter Bonati: «Mira si uno tiene que llegar hasta aquí, para perseguir sus sueños, para no estar allí confundido entre aquellos seres humanos que buscan divertirse o algo que no tiene nada que ver con lo que busco yo».

Justo eso, a pesar de los kilómetros recorridos y de los que quedaban por recorrer, nadie tenía inconveniente en levantarse a las cuatro de la mañana para disfrutar del amanecer en una cumbre donde todo cambia, todo se transforma y todo se colorea de naranja, rojo o amarillo, donde estamos rodeados por una energía positiva increíble porque, allí arriba, el respeto hacia la montaña es sagrado, y solo con sacrificio y con la lucidez de las emociones al ver los primeros rayos de sol podemos decir GRACIAS.

Pura.

Auténtica.

Inmensa.

Única.

La montaña.

Justo esas montañas que han escrito la historia del alpinismo (y no solo eso) nos esperan para darnos la bienvenida, para marcarnos nuestro viaje, nuestra Alta Via diaria, en continuo devenir. Es increíble cuando te das media vuelta y ves que aquello que antes era una meta, ahora es un recuerdo, pero uno bonito, intenso y puro de esos que gustan a todos los que viven, de un modo u otro, la montaña.

La Alta Via te permite entrar en simbiosis con la montaña y vivirla al 100%; de hecho, te transporta mucho más allá, ya que te permite describirla desde cada punto de vista para que acabes atravesando un parque natural, un bosque o recorriendo un camino escarpado pedaleando felizmente con una e-bike, comprendiendo así cómo puedes disfrutar de ella también a dos ruedas y ahorrando algo de energía. Pero no solo porque ames la adrenalina, solo hay que elegir porque puedes ser el afortunado que sobrevolará las cimas más altas con un parapente gozando unos cielos increíbles y únicos y respirando y viviendo emociones intensas sobrevolando la Alta Badia y pudiendo admirar la Marmolada o el Pitz Boè, por nombrar algunos. O vivir las emociones más intensas de una via ferrata en Val Gardena entre paredes verticales y el silencio de la montaña.

Esta Alta Via, en resumen, esta nueva vía, te permite saborear la montaña en estado puro, atravesando valles, durmiendo frente a algunas de las montañas más famosas de los Alpes y probando toda experiencia posible, siempre con el máximo respeto a la naturaleza y a la pureza de la montaña.

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