ELINE LE MENESTREL

MI VISITA A LOS DOLOMITAS

Vine a Bolzano por primera vez en abril de 2019 para visitar al equipo de Salewa. Aunque tuvimos muchas reuniones, pudimos reservar un día entero para ir a la montaña. Durante mi estancia, me dio la impresión de que escalar en los Dolomitas era una prioridad principal. Estaba encantada de poder escalar con mi posible futuro jefe.

Aquí la gente es una apasionada de la montaña; algo que se aprecia de muchas maneras, desde la arquitectura de la sede oficial hasta el rocódromo para hacer búlder donde se reúnen los empleados a la hora de comer en lugar de sentarse en la cafetería. Me marcó la importancia que le dan a pasar tiempo de calidad en la montaña. Para ellos es la mejor manera de arrancar una colaboración. También me gusta cómo cuestionan el statu quo y se centran en encontrar nuevas formas de hacer las cosas. En el Tirol del Sur, se aprecia enseguida que las montañas son lo que da forma a todo, incluso a la manera de vivir de la gente de la zona durante siglos.

Tengo que admitir que no sabía mucho sobre los Dolomitas. Quedan bastante lejos de donde vivo, en el sur de Francia, y pocos de mi círculo más cercano suelen acercarse hasta aquí. Suelo escalar sobre todo en los Alpes occidentales. Vi que en la sede de Salewa había fotos de las Tre Cime por todas partes. Aunque parezca mentira, nunca había oído hablar de ellas. Aquella misma noche le envíe a mi padre un mensaje con una foto de las Tre Cime. Me llamó enseguida: «¿Estás en los Dolomitas? ¡Qué maravilla! Espero que un día podamos escalar las Tre Cime juntos, en honor a tu abuelo». Entonces me enteré de que mi abuelo vino a escalar a los Dolomitas hace 60 años, cuando tenía justo mi edad. Quizá pueda seguir sus pasos por la vía Hasse-Brandler. Sería una forma de aprender sobre la escalada en esta zona y descubrir al mismo tiempo algo más sobre las aventuras de mi abuelo. Mi padre me dijo que él también se apuntaba.

Las preguntas se me amontonaban: ¿Qué es este lugar? ¿Por qué son tan importantes aquí el estilo y la ética? ¿Se originó aquí la escalada de grandes paredes, mucho antes que en Yosemite? ¿Por qué decidió mi abuelo venir hasta aquí? ¿Qué es lo que buscaba? ¿Cómo se sintió al escalar estas vías? ¿Tendría miedo? ¿Iría encabezando la vía?

La situación con la COVID creó mucha incertidumbre en torno al proyecto; no sabía siquiera si podría volver a Italia. Mi padre no podía venir y yo me planteé quedarme en Francia. Al final simplificamos las cosas y, en agosto de 2020, acompañada de uno de mis mejores amigos, cargué mi furgoneta y emprendimos el viaje para pasar un mes en los Dolomitas.

Normalmente, cuando visito una zona nueva, me gusta aprenderme los nombres de las montañas antes de llegar. Pero en los Dolomitas me pareció imposible, había demasiadas (y el hecho de que los nombres estuvieran en alemán tampoco ayudó). Además de la logística general y la orientación, tuve que elegir las vías que quería escalar, entender las guías (que estaban en alemán), lidiar con las condiciones cambiantes (unas tormentas de verano de espanto), aprender a escalar por rocas (de poca estabilidad) con pitones oxidados y encontrar vías de descenso en terrenos de lo más cuestionables, todo sin perder el buen humor para que mis compañeros de escalada lo pasaran bien, e intentando coincidir con el programa del equipo de rodaje...

Para mí, sentirme como en casa es cuando puedo ser yo misma: cuando escalo, cuando toco música, cuando estoy con mi familia y amigos, cuando estoy en la naturaleza, cuando estoy en la montaña.

Siempre he escalado. Nací en Fontainebleau y crecí en Barcelona. Mis padres decidieron mudarse allí con mi hermana y conmigo atraídos por las increíbles rocas que hay en Cataluña. A partir de los 14 años, pasé muchos veranos en Céüse, en el sureste de Francia. Allí se encuentra la mejor roca caliza del mundo y hay muchas vías grandes. Además, es un lugar ideal para encontrarse con viejos amigos. Aunque crecí en el seno de una familia de escaladores, mi padre nunca me entrenó; no quería que aquello interfiriera en nuestra relación. Pero me dio este consejo: «Sé abierta y agradable (como un buen compañero de escalada); atiende a tu cuerpo (no solo a tu cabeza); persigue tu pasión (y cuida de ese fuego interior que mantiene la llama viva)».

Los días no podrían ser más completos. Muchas de las cuestiones que me planteé cuando en un principio pensé en mi abuelo en los Dolomitas quedaron relegadas por temas que apremiaban más en el día a día: ¿Es esta vía demasiado difícil? ¿Qué significa Schlüsselstelle? ¿Podemos hacer rápel desde el anclaje? ¿Qué pasa si la cuerda se atasca? ¿Se romperá el punto de sujeción en cuanto tire? ¿Cuánto lleva este pitón aquí? ¿Qué pasa si me caigo aquí?

 

Eline escaló varias vías de gran dificultad el verano pasado en los Dolomitas. Se cayó mientras intentaba superar la vía «Attraverso il Pesce» en la cara sur de la Marmolada. Ahora está trabajando duro para recuperarse, haciendo mucho equilibrio con apoyos invertidos, con la esperanza de volver a la roca con más fuerza que nunca.

 

 

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