¿POR QUÉ NO?
Es temprano por la mañana. El sol, que acaba de salir por encima del altiplano, empieza a acariciar los picos del Grupo Pala. Algunos rayos atraviesan el aire cortante; los crampones, enganchados a las botas que apenas pesan un kilo y medio, arrancan fragmentos minúsculos de hielo azul. Los esquís de construcción sándwich, que son ligeros y de buen rendimiento, sobresalen por encima de las tres cabezas. Los bordes afilados captan la pureza de la luz matinal, que de momento solo va cortando el aire.
Silencio. Solo se oye el delicado sonido de los giros cada vez más cerrados que los tres pares de esquís van marcando mientras cortan el aire con total armonía.
Todos los esquiadores de travesía han buscado el algún momento la línea perfecta. El recorrido perfecto posiblemente no exista. Porque los dogmas pertenecen al reino de los fundamentalistas. Porque posiblemente cada bajada sea perfecta. Lo difícil es entender por qué.
