Sisa-Vottero Sisa-Vottero

Sisa Vottero

Atravesar Chile con una bicicleta y unos esquís

#SALEWAFACES

Chile tiene más de 200 volcanes. Nosotros hemos elegido seis, los que nos parecieron más bonitos mientras preparábamos el viaje.

Abandonamos Italia un tórrido 15 de agosto y nos despertamos tras 18 horas de vuelo en el invierno de Santiago, donde nos espera la primera etapa de nuestro periplo: las Termas de Chillán.

En cuanto tocamos tierra en Chile, nos damos cuenta de que el minucioso plan que hemos trazado va a resultar bastante inútil. Nos da la bienvenida la lluvia, amada y odiada a partes iguales, y que nos acompañará durante muchos días. Esa lluvia nos ha calado hasta los huesos a lo largo de los kilómetros sobre el sillín, nos ha cubierto de barro, nos ha hecho reír y desesperarnos, pero también ha hecho hueco para el sol y nos ha regalado unos colores y unos arcoíris impresionantes.

Primer día, primer cambio de planes

Salimos con la intención de llegar al primer objetivo del mapa, pero el mal tiempo nos impide el ascenso y nos vemos obligados a continuar hasta el segundo objetivo: el Antuco.
Los primeros kilómetros en bici sirven para calentar. La bici pesa mucho pero soy una de las personas más felices del mundo sabiendo que todo lo que necesito para este viaje está debajo del sillín. Una vez llegados a nuestro destino encontramos un poco de viento y esperamos a que amaine un poco antes de intentar subir, como finalmente ocurre. Paseamos por antiguos cráteres bajo un cielo azul y un sol cálido. Sonrío al ver el paisaje y pienso que, a pesar de todo, ha sido un buen comienzo.

Del Antuoco al Loquimay

En la primera parte del viaje, la bici nos lleva de un volcán a otro. Después del Antuco, nos dirigimos al Lonquimay, que nos recibe con buen tiempo. Comenzamos a subir por la cara sur y después de unas horas lo conquistamos. El panorama desde la cumbre es espectacular: a la derecha vemos el perfil de otros volcanes que nos están esperando y a la izquierda están los picos de la parte argentina. Se puede incluso esquiar en el interior del cráter. Me invade la sensación de que la naturaleza es algo realmente extraordinario.

Seguimos acumulando kilómetros y la lluvia no da tregua. El clima tórrido y húmedo se convierte en el peor enemigo de nuestro cuidado itinerario y ralentiza nuestra travesía hacia el sur. Lo único que podemos hacer es aceptar la situación. La lluvia te enseña a ser paciente, a mantener la calma y a apreciar el silencio.

Llegada al Osorno

Por fin, llegamos a otro volcán: el Osorno. Dormimos bajo el cielo más estrellado que he visto nunca, con una impresionante Vía Láctea sobre nuestras cabezas. Nos ponemos las pieles impacientes por empezar a subir. Todo parece perfecto: el cielo está azul y brilla el sol. Pero aparece un nuevo amigo, el viento. Intentamos ascender de todas maneras, pero cuanto más subimos más aumenta la fuerza del viento, hasta el punto que tenemos que quitarnos las pieles a unos cientos de metros de la cima. Al menos, disfrutamos de un descenso propio de la primavera rodeados de un paisaje lunar.

El Osorno era nuestro último volcán y con él dejamos atrás en norte. Nos ha encantado ponernos los esquís en pleno agosto al otro lado del mundo, pese a no haber encontrado nieve en polvo. Llegamos a Puerto Montt, donde comienza la Carretera Austral, una de las vías más bonitas del mundo. Nuestro objetivo es recorrerla entera. En este viaje, la bicicleta no es solo un medio de transporte, también es una manera de adentrarse en uno mismo.

Estamos en invierno y, como es de esperar, la Patagonia es de todo menos cálida y seca. Pero viajamos acompañados solo por el ruido apagado de nuestras bicis en contacto con la tierra. En la carretera, el silencio es ensordecedor. Es difícil encontrar un lugar para dormir y para comer y son los kilómetros que separan un pueblo de otro (pueblos de apenas unas casas) los que determinan cuánto dura cada etapa. Encontramos desniveles importantes, que mejoran nuestra forma física (casi a nuestro pesar) y la mental. Las piernas empiezan a chillar a pocos metros del final de la subida, pero la cabeza logra hacerlas callar con un simple "Tranquilas, merecerá la pena". Y así es, cada gota de sudor (porque incluso con 3 grados se suda) merece la pena gracias al espectáculo visual que nos espera, directamente proporcional a lo mucho que ha costado llegar hasta aquí. Cada pedalada nos llena la vista de unos paisajes de ensueño: lagos y glaciares, volcanes y campos de hielo patagónico, ciudades y kilómetros de pampa, lomo y curranto, cóndores, focas, alpacas y gentes amabilísimas. Chile sonríe, es curioso, precioso. La única limitación es el tiempo que tienes para visitarlo.

En casa ya están esperando nuestra vuelta y a nosotros se nos ha acabado el tiempo sin alcanzar nuestro objetivo de completar la Carretera Austral.

Conclusión

No puedo decir que haya sido sencillo, el viento de la Patagonia es muy fuerte y a su lado el del norte parece una brisa ligera. Además, la lluvia nos ha ralentizado muchísimo. Los caminos sin asfaltar parecen no tener fin, la bici provoca en mí sensaciones fuertes e intensas que casi me asustan en su pureza. El sillín se ha convertido en el lugar más cómodo para mí, donde todo parece más claro.

Con la mente fría, pienso que en el fondo ha sido una consecuencia de lo que notábamos en el interior, cautivos de tanta naturaleza, en perfecta sintonía con esta tierra: "Ojalá este viaje no termine nunca". Quiero pensar que este final es una manera de asegurarnos de que volveremos.

Sisa-Vottero-4 Sisa-Vottero-4
Sisa-Vottero-3 Sisa-Vottero-3
Sisa-Vottero-2 Sisa-Vottero-2
Sisa-Vottero-1 Sisa-Vottero-1
Sisa-Vottero-5 Sisa-Vottero-5