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Matevž Maček

LOGÍSTICA EN LA MONTAÑA

#SALEWAGETVERTICAL

Si quieres hacer una buena foto de un grupo que está haciendo esquí de travesía tienes que trazar un plan y salirte del camino mientras subes. Eso sin hablar de los metros en vertical que tienes que ganar. ¿Y qué pasa si quieres organizar un evento de esquí de travesía de tres días en el corazón de los Dolomitas? Pues que hay que organizarse como un profesional.

Y eso fue exactamente lo que hicieron. Salewa ha organizado casi 20 eventos de ese tipo en los últimos cinco años. Saben exactamente cómo hacer que la gente se suba a las verticales. Yo tuve la suerte de poder participar en la última edición de los eventos Get Vertical. ¿Pero cómo resuelven todos los problemas de logística?

Eligieron a los afortunados ganadores tras subir sus mejores fotos de esquí de travesía. Hubo unas 1000 entradas, por lo que la decisión no fue nada fácil. Después de haber pasado tres días con el grupo, he de admitir que Salewa eligió al equipo ganador. Un grupo de senderistas fuertes. Chicos y chicas franceses, alemanes, austriacos, italianos, polacos y checos que ante todo saben cómo disfrutar de la montaña. ¿Y yo? Mi misión consistió más o menos en hacer algunas fotos y en escribir ahora estas palabras.

La primera tarea para todos los participantes consistió en organizar el medio de transporte más eficaz para llegar hasta San Martino di Castrozza. La mejor opción fue compartir un coche con los demás, algo que imagino que la madre naturaleza nos agradeció. Logística lógica. Todo el mundo se siente algo cohibido cuando se encuentra con 15 desconocidos por primera vez. Nuestro primer encuentro tuvo lugar en el hotel Ski Residence, donde recibimos nuestras bolsas con el equipo de Salewa. Cuando nos empezamos a probar todas las cosas fue como si hubiésemos organizado un pequeño desfile de moda. ¿Por qué renunciar al estilo cuando se lleva ropa técnica de montaña?

Después inauguramos el evento de manera oficial con una cena de cuatro platos en el hotel Regina. Logística sencilla. Solo tuvimos que andar unos cinco minutos por el centro del pueblo, caracterizado por todos los bonitos hoteles antiguos. Al día siguiente empezó nuestra primera ruta de esquí. Llegamos al paso Rolle en taxi, donde nos montamos en el telesilla y activamos el modo «en marcha» para el resto del día. Tras una subida sencilla, llegamos al paso Farangole y desde allí fue todo bajada hasta la parte oriental del Grupo Pala. ¡Menudo primer día! Tuvimos un día soleado, sin viento ni multitudes y, lo que es más importante, pudimos disfrutar de algo de nieve polvo a la sombra. En la localidad de Falcade nos esperaba un minibus que nos llevó de vuelta a nuestra «base». Fue un día de esquí de travesía perfecto en los Dolomitas y creo que a todos nos asaltó la misma pregunta: «¿Puede ser aún mejor el resto de días?».

Una pequeña siesta durante el trayecto en bus nos ayudó a reflexionar sobre el asunto. O quizá no. La carretera era tan sinuosa que lo mejor era mirar al frente y pensar en los giros que acabábamos de dar sobre la nieve bajo paredes rocosas. Por suerte, a mí me dio tiempo a hacer ambas cosas. Cuando llegamos, tuvimos tiempo de coger nuestra otra mochila y de subir hasta el «rifugio» Rosetta. Este se encuentra en lo alto de la meseta, por lo que tuvimos que montarnos en un telecabina para ganar esos metros en vertical . Una vez arriba, el camino hasta el refugio no es muy largo. Cualquier otro día habría desistido ya pero, como digo, el grupo era fuerte. No es por nada, pero incluso llegué a oír que era el mejor hasta la fecha. Así que se fueron a hacer una pequeña ruta de esquí por la tarde en lo alto de la Rosetta a 2743 m, donde esperaron a que se pusiera el sol. Sí, un sol que solo existe en los Dolomitas. Paredes y columnas de color naranja, cimas nevadas y la luz perfecta para hacer esa foto con la que te harás de oro, o simplemente para actualizar el Instagram. De vuelta en el refugio cenamos fuerte. Ya que estábamos a 2581 m de altura, lo mejor era alimentarse con algo de alta cocina italiana.

El segundo día fue bastante largo. Sin el «bastante»: fue largo. A primera hora de la mañana nos metimos directamente por una hondonada de nieve polvo justo detrás del refugio. Después tocó ponerse los esquís y quitarse la chaqueta. Subimos la hondonada, donde el sol pegaba como si estuviésemos en la playa. No sé si era el cambio climático o un mero día de sol, pero estábamos asados. Por suerte llevábamos pantalones con cremalleras en los laterales. Gracias a la ligereza del equipo de esquí de travesía las cosas hoy en día son cada vez más fáciles. Pero para mí la cosa era diferente. Como yo voy en splitboard, a veces subir zonas de nieve dura no resulta tan divertido. Un momento vas a la cabeza del grupo y al siguiente vas atrás del todo. Justo lo que me pasaba a mí. Pero todo será por sacar la foto perfecta, ¿no?

Llegamos a la primera garganta, donde nos separamos en dos grupos. Los más motivados pronto desaparecieron detrás de otra cadena de colinas que nos pillaba delante. Para el resto era hora de jugar un poco. Hora de ponerse un poco más de crema para el sol, de comer algo, de lanzar drones a que sobrevolasen la zona, de bajar haciendo rápel hacia «canelone», etc. En la bajada tuve tiempo de hacerme alguna que otra subida vertical para poder descender por una línea donde parecía que la nieve no estaba tan derretida. Pero me equivoqué, porque la nieve había sufrido el efecto del viento. Al final acabamos bajando la hondonada, pero todavía estábamos lejos de nuestra meta para el final del día. Primero teníamos que volver a subir al refugio de Rosetta. Una vez allí, algunos se tomaron una cerveza, otros no. Pero lo que estaba claro es que todos teníamos que continuar por la meseta para llegar al refugio Pradidali. En el refugio nos sentimos como reyes, porque lo habían abierto solo para nosotros y la estancia fue mucho más amena gracias a la buena música. Todavía tengo en la cabeza la canción «The Mountains Win Again», porque sonó como unas cinco veces. No creo que nadie se diese cuenta, porque estábamos todos a tope. Ya sé, ya sé... ¿qué ha sido de la montaña? Pero todavía no han perdido su pureza. Lo único que hay que hacer es llegar a las verticales.

Algunos me preguntaron que si llevo un blog o vídeo blog, pero difícilmente les expliqué que no. Este es mi primer blog. Y ni siquiera es mío, es de Salewa. Estas no son más que mis impresiones sobre un delicioso evento. ¿He escrito «delicioso»? Debe de ser por el riquísimo risotto y la lasaña que nos comimos en el refugio Pradidali. Y la gran tarta de después, que fue otra manera de deleitarnos. Al fin y al cabo estábamos de celebración.

Otra cuestión de logística fue la decisión de pasar la noche en la tienda de campaña o en el refugio. Solo unos pocos apostamos por la primera. Para mí fue pura lógica probar la tienda y el saco de Salewa, y lo cierto es que dormí como un rey.

Por la mañana, la logística estaba ya solucionada con un grupo de guías de montaña de San Martino que nos llevó por otro paso hasta alcanzar la meseta de Pala, donde pudimos disfrutar de nieve polvo en la bajada hacia el valle di Garés. La verdad es que solo había nieve virgen en la parte de arriba y el paso por el bosque fue una odisea. La última bajada, la última cerveza, pero seguro que no será la última despedida. Esto va dirigido a todos aquellos que participaron en el evento y a los maravillosos Dolomitas.

Sigue a Salewa para ver los nuevos eventos que organizarán en el futuro y recuerda: #getvertical para disfrutar de #puremountain.

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