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ALTRIPIANI

Navidad a 4.610 metros, Cordillera Blanca, Perú

#SALEWAFACES

Me encanta dejar volar la imaginación y planear aventuras por las montañas.
Tengo la necesidad constante de descubrir la geografía de lugares lejanos con mis propios ojos, territorios nuevos, nuevas identidades y, en cada itinerario, me siento como si fuera un joven explorador. Cuando viajo, presto mucha atención al paisaje por el que nos movemos, las personas con las que nos encontramos. Gracias a ello, la fantasía y el asombro crecen de la mano.

La Cordillera de los Andes es la larga espina dorsal de Sudamérica que desde siempre he visto dibujada en los atlas geográficos. En el colegio, no sé cuántas veces habré calcado en papel de seda esos espectaculares siete mil kilómetros de montañas elevadas sobre el borde del océano Pacífico. Un sinfín de cadenas montañosas paralelas, escarpadas, blanquecinas y heladas, junto a montañas nudosas, áridas y desoladas. En algunos tramos dispersos de los Andes hay lugar también para enormes conos volcánicos que a su vez esconden inmensas mesetas con colores más atractivos. Con una variedad tan grande de paisajes, ha sido difícil decidir en qué centrar nuestro tiempo y nuestra energía. Con Glorija queremos, como siempre, convertirnos en «expertos» de una zona bien delimitada para no deambular sin ton ni son viendo un poco de todo.
Para escribir un nuevo capítulo del proyecto Altripiani, hemos elegido la región de Áncash, adentrándonos en la Cordillera Blanca. Allí encontraremos estupendos recorridos de excursionistas y alpinistas entre majestuosos picos nevados, afilados como dientes en la cara norte y suaves como merengues gigantes en las partes expuestas al sur, con una altitud que supera con mucho los 6.000 metros.

Con la ayuda de la fotografía y la escritura, queremos captar los lugares a los que vamos a hacer trekking. Nos movemos de manera ligera y sin entrometernos, nos acercamos de puntillas pese a buscar el contacto con las poblaciones locales. Como amantes de la altura, nos atraen también los horizontes, los perfiles y las crestas, recorremos a menudo caminos en ruinas y senderos polvorientos. Con nuestra manera de hacer hiking, todo se ralentiza y nada acaba limpio. Igual que el ritmo lento y extenuante que caracteriza la vida de los campesinos, los andinos, con ropas de colores y graciosos sombreros de las formas más variadas que alegran el heterogéneo paisaje de agricultura y pastoreo. Más allá de la altitud a la que ya están más que habituados, la vegetación que les rodea es severa, las laderas son escarpadas y expuestas y las cascadas se convierten en un abrir y cerrar de ojos en torrentes impetuosos que dividen terrenos y valles. Con frecuencia, solo ante la enormidad y la fuerza de la naturaleza nos damos cuenta de lo pequeños que solos y del ingenio que ha necesitado el hombre para sobrevivir en territorios así de hostiles.

Hoy es 24 de diciembre y para la Nochebuena hemos llegado a la Laguna 69. La Laguna 69 es uno de los lagos más bellos del mundo y seguramente un destino imprescindible en Perú. El lago se encuentra dentro del Parque Nacional del Huascarán, a 4.610 metros sobre el nivel del mar y tiene un color turquesa brillante porque acoge el agua de dos colosos de la Cordillera Blanca: El Nevado Pisco (5.675 m) y el Chacraraju (6.108 m).
Llegar hasta la laguna no es especialmente difícil, pero se recomienda estar en buena forma, especialmente si llevas a la espalda una mochila que ronda los veinte kilos. El recorrido se puede realizar de manera autónoma, con la opción de efectuar una caminata más larga, con un interesante itinerario circular que pasa por el Refugio Perú.
El sendero está bien señalizado y no hay ninguna parte peligrosa, pero hay que tener siempre en cuenta que el tiempo cambia con rapidez a esta altitud. Sobre nuestras cabezas pasan constantemente nubes que van y vienen entre el Amazonas y el Pacífico. Enormes glaciares, saltos de agua espectaculares, valles que parecen no tener fin, mulas, vacas, perros, polvo, viento, falta de aire y ayuda inexistente: los ingredientes fundamentales de toda aventura por las montañas de la Cordillera.

En esta parte, las montañas tienen M mayúscula y cada jornada acaba siendo una gran aventura que, sin embargo, requiere el equipo correcto. Lo fundamental es estar siempre seco y dormir en un lugar cálido. Una buena chaqueta softshell de gore-tex es obligatoria, así como una tienda ligera, robusta y fiable. Esta tarde, pese al fuerte viento, hemos logrado poner la tienda Salewa Litetrek Pro en un lugar ideal, un claro llano y resguardado gracias a las piedras acumuladas a su alrededor. Teníamos que encontrar enseguida la manera de entrar en calor y los sacos de pelo de Salewa, con relleno de plumas reciclado, han funcionado a la perfección. El agua hierve en el hornillo y Glorija ha logrado cocinar una estupenda sopa de verduras mientras la luz da paso a la oscuridad. El cansancio se empieza a notar y, a casi 5.000 metros, es mejor hacer las cosas con calma, porque quedarse sin aliento es frecuente y dormir puede ser difícil. Los seracs por encima de nuestras cabezas no han dejado de moverse, se oyen ruidos impresionantes y se producen continuos desprendimientos de las paredes, con caídas de rocas y hielo de decenas de metros que acaban su recorrido en las gélidas aguas del lago. Estamos solos, es Nochebuena y en este momento la noche se llena de luz allí donde las montañas se unen a las estrellas, antes de que la luna ilumine los glaciares.
Pensar en las Navidades en familia nos pone un poco nostálgicos. Con toda nuestros seres queridos reunidos en torno a una larga mesa, se hace raro estar tan lejos de casa, pero el paisaje es magnífico, el aire que respiramos es puro, acabamos de empezar las caminatas y esta aventura peruana aún tiene mucho que ofrecer.

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