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Marzia Bortolameotti

Mi primera vez en el hielo

#SALEWAFACES

La alta montaña era algo totalmente ajeno a mí cuando mis amigos me animaron a acompañarles durante dos días a Adamello, junto con sus guías Manuel y Emanuele. Así es como salí de mi zona de confort, pertrechada con crampones, piolets, cuerdas y una pesada mochila.

Sobre las ocho del domingo 12 de julio, salimos del Paso del Tonale y subimos hasta Paso Presena con el remonte. En el coche, cuando revisamos el material, me di cuenta de que mi mochila pesaba muchísimo y de que llevaba muchas más cosas de las necesarias (algo típico en las mujeres).

Desde allí bajamos durante una hora media hasta llegar al Rifugio Mandrone. Nos pusimos de nuevo en marcha hacia el glaciar del Mandrone, siguiendo inicialmente un camino de la SAT y luego entrando y saliendo de él para llegar a una pasarela que atravesaba el torrente que se origina en el propio glaciar.

marzia

Ahí nos preparamos para atravesarlo. Nos dividimos en dos cordadas, nos colocamos los crampones, el casco, los pantalones y la cazadora, nos embadurnamos de crema y nos pusimos las indispensables gafas de sol.

El itinerario de alta montaña requiere una buena preparación técnica y la capacidad de progresar en glaciares y terrenos mixtos, pero, sobre todo, habilidad para identificar el mejor recorrido entre las grietas, especialmente a medida que avanza la estación.

Decidimos que el mejor camino se encontraba a la izquierda y atravesamos el glaciar y llegamos hasta una pendiente nevada que nos condujo hasta el Passo della Lobbia Alta y al Rifugio Ai Caduti dell’Adamello (3040 m).

ferrata

Al pie del refugio, decidimos detenernos para disfrutar de un minicurso de formación, donde aprendimos las técnicas de fijación en glaciares, los anclajes con tornillos de hielo y nieve con el método "peso muerto", las maniobras para la recuperación del compañero en caso de caída en una grieta, el uso de crampones y piolets y los aspectos fundamentales para abordar los glaciares de manera segura.

Después de una copiosa cena, un poco de charla y un digestivo, nos fuimos a dormir bien temprano, porque nos esperaba un buen madrugón.

Al día siguiente, el amanecer de un rosa intenso poco a poco dio paso a cálidos tonos naranjas hasta iluminar primero los picos más altos de la montaña y luego todo el paisaje.

Nos dirigimos hasta el Passo della Lobbia, y desde allí atravesamos la nieve y subimos en dirección a Cresta Croce, nuestra meta, hasta una pared parcialmente preparada.

Enfrentarse a una pared de roca con los crampones, incluso con la ayuda de los anclajes, no es algo fácil. Al principio tuve algunos problemas, pero después ya me hice con el terreno y me desenvolví mejor.

Seguimos hacia la cruz que se veía en la cima, llamada Punta Giovanni Paolo II (3307 m), en referencia a la famosa cruz de granito que conmemora la visita que hizo el Papa a este lugar. Esta es una de las cimas del Adamello que tuvieron más relevancia durante la Primera Guerra Mundial. Desde allí se puede admirar un precioso panorama de 360 grados: con la cima del Adamello, Presanella, las cimas del grupo Ortles-Cevedale y el inconfundible perfil de los Dolomitas de Brenta.

sunrise

Continuamos por la cresta parcialmente equipada con escalones de hierro y pernos, hasta llegar al famoso cañón de 149/G, la única pieza de artillería que queda del frente del Adamello. El cañón, conocido como "el hipopótamo", es actualmente un monumento nacional.

cannone

Desde allí la dificultad se hizo más llevadera y pudimos relajarnos y bajar a Pian di Neve para disfrutar de un chocolate y unas pastas.

Emprendimos el viaje de regreso, atravesando el glaciar del Mandrone hasta cruzar el recorrido que habíamos hecho el día anterior. Repetimos el itinerario hasta el Rifugio Mandrone, a buen paso, para coger el último teleférico de las 16:00, que nos devolvió al Passo del Tonale.

Una experiencia maravillosa, laboriosa y no al alcance de todos, con un total de 23 km y 1800 m de desnivel en dos días.

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