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Marta Andreoli

¿Los amigos no existen los días de nieve en polvo?

#SALEWAFACES #PUREMOUNTAINGIRLS

Metemos en el Polo tres pares de esquís, bastones, botas y nuestras cuatro mochilas y nos ponemos en marcha hacia el primer Winter Alpine Campus. Cinco días de pure mountain.

El corazón del Alpine Campus

El soplar del viento ha marcado las jornadas que el grupo ha pasado en el Innerbach Hof.
«¿Ha hecho viento esta noche?», preguntábamos todos en cuanto nos despertábamos. La nieve no es suficiente: es el viento el que dicta nuestro programa. Determina las condiciones del terreno nevado junto a la temperatura. Como un trabajador incansable, al soplar cambia las cosas de sitio, las modifica, crea otras nuevas, acumula materiales e incluso destruye.

El despertador suena a las 06:45 y da comienzo la parte teórica del día, se habla de nieve, y estamos impacientes por saber qué nos vamos a encontrar incluso antes de pisarla. Nos centramos primero en las diapositivas y las palabras de nuestro guía alpino. Con cada lección volvemos al colegio, atentos a las explicaciones y con papel a mano para tomar apuntes. Después, inmersos ya en la naturaleza blanca, buscamos el recorrido más seguro.

Con los esquís ya puestos, cada uno de nosotros asume una personalidad distinta: expertos que saltan metros de desnivel, principiantes que estrenan esquís, personajes tranquilos que disfrutan de la aventura en paz y liantes que usan bastones, sondas y palas para batirse en duelo. Todos unidos en esta aventura única.

Con los esquís ya puestos, cada uno de nosotros asume una personalidad distinta: expertos que saltan metros de desnivel, principiantes que estrenan esquís, personajes tranquilos que disfrutan de la aventura en paz y liantes que usan bastones, sondas y palas para batirse en duelo. Todos unidos en esta aventura única.

Abrimos el mapa y los hitos, los cruces y los refugios se convierten en nuestros puntos de referencia fijos en medio de una naturaleza que no deja de cambiar de rostro. El grupo se mantiene detrás del guía, con las capuchas puestas para defenderse de la incesante nieve. Marcando el ritmo, Andy, nuestro guía, se divierte hundiendo el bastón en el espesor de la nieve. El bastón de acero rompe el manto, se hunde y vuelve a resurgir. Cuando un bastón se clava en la nieve, atraviesa infinidad de escenas pasadas y presentes. Pasa por la nieve que acaba de caer, se encuentra con una capa más antigua y dura, con restos de nevadas pasadas, y sube de nuevo, alterando para siempre la cohesión de los cristales.

El bosque se llena de participantes de la Alpine Campus que, durante la bajada, dibujan sus propias curvas, esquivando las ramas de los árboles.

Nos quitamos los esquís para saborear una cerveza en el bar del refugio, comentando distendidamente la jornada y, después, volvemos al Innerbach Hof. El equipo se reúne ante los fogones y la cena está lista enseguida. La experiencia compartida queda completa: nieve, chocolate y a fregar.

¡Gracias, Salewa!

Bajamos de la furgoneta de Andy, nuestro medio de transporte durante estos días, en el aparcamiento de Speikboden, donde nos espera nuestro Polo.

De vuelta en Bolzano nos espera Salewa. Resulta imponente, con un gran logo de hierro que destaca sobre los cristales azules. Hoy no es la misma empresa en la que entramos cada mañana, saludando a Claudia en la entrada antes de llegar al escritorio, encender el ordenador y leer los correos. Hoy Salewa es distinta. Su logo es el mismo que, blanco y de goma, lucían Andy y el resto de guías en sus pantalones azules de esquí alpino. Ellos nos han transmitido una cultura que nos acompañará el resto de nuestras vidas profesionales y, más allá, en nuestro tiempo libre.

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